viernes, 24 de abril de 2020

Infectado.

Temblaban las piernas, el vientre vibrava. Lo presionó más fuerte al atravesar la sábana y encajarse entre sus rodillas,jadeando,en éxtasis.
Un día Ariadna, te vas a cansar de ser tan simples- le decía él.
Se hacía un ovillo y se ponía a roncar.
Pero ya no lo percibía, a nadie en realidad.Todo lo que sentía era el sopor eterno, el aburrimiento de estar viva, de cosas que se iban acumulando como sarro en los dientes.
No puedes quejarte de lo que te doy, no eres la gran cosa- decía con sorna.
Ella solo suspiraba y se acomodaba en el colchón, buscando lado, en donde él no la irritara más.
Aquella madrugada podría ser una a más, pero necesitaba que no lo fuera, por un momento quisiera sentir que si se proponía eso ya no le doleria, que por una vez algo podría tener sentido. Él era esa parte infectada de su vida que nesecitaba esterilizar.

Un lapsus Freudiano!
Por un fracción de segundos olvidó donde estaba,que estaba haciendo.
Tomó un cigarrillo de la mesita contigua,lo aspiró como si fuera el último,no lo encendió( dejaré de fumar! Se aseguró mentalmente)
 Había algo que el tiempo no podía corromper:tenacidad, la capacidad de sobrevivir a todas y cada una de las situaciones horrorosas a las que le tocó vivir.
Se preguntó que era estar viva?
Que cosas la llevaron allí otra vez?
Tomó una libreta de su bolso y anotó un par de cosas antes de vestirse.
Recorrió la habitación con la vista cansada. Se posó sobre el rostro violáceo y sin vida que descansaba entre las sábanas con una cinta de seda enredada al cuello. Uno más- suspiró-prometo que éste será el último madre,lo prometo!- dijo con una voz infantil y apagada.






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