miércoles, 30 de noviembre de 2011

"No-Amor"


Nunca seré tu amor –había dicho mientras besaba mis rodillas.
Nunca en mi vida había visto una nuca más hermosa.
Nunca había sentido líquido más tibio sobre mis muslos.
(Nunca se había percatado de las agujas de tricot atravesándole el pulmón hasta el diafragma)

martes, 15 de noviembre de 2011

"Viajeros"


Nada podía hacer en contra de aquel sentimiento asfixiante, lo sabía.
Sintió las carnes entumecidas debajo de las nalgas-el río y sus duras rocas-pensó.
El olor del tabaco le llegaba dulce. Mientras fumaba, esperaba, la ansiedad era un calamar enredado en su garganta, entre toses secas y escupitajos maldecía su suerte aquella mañana.
 Siguió esperando.
Tiró la cabeza hacia atrás, achicó los ojos, el sol de la ribera subía lentamente.
-Es temprano- se dijo, quiso asegurarse, dobló el codo; 05:30.
Mientras más lo pensaba, más descabellada le parecía su decisión,
¿Que podría hacer para evitarlo? Era inútil, lo sabía.
La piel se le erizó, respirando con dificultad se puso de pié,
Aseguró haber vaciado los bolsillos, usó la mano derecha como visera,
Una lágrima escuálida resbalaba por su mejilla.
(No echaría de menos nada, al menos eso creía)
Miró a lo lejos, pequeñas ondas circulares empezaban a formarse en el centro del río.
Una sonrisa  estampó su semblante.
-Es hora-  se dijo, como aquel que  entiende que  el viaje empieza, acepta su destino.

(Sabía que era él, reconoció su cuerpo escamoso, brillante, tornasolado, el grito animalesco al tomarla en sus brazos y llevarla al fondo)

viernes, 30 de septiembre de 2011

“Discípulas”


Cristiano entró a la iglesia jadeante, entre los últimos bancos se acomodó como pudo. (Allí no lo encontrarían tan fácilmente)
Cerró los ojos e inspiró el aroma tenue del incienso quemándose (más una vez, solo tú y yo Señor, no me dejes verlas, no me dejes verlas, amén)
Intentó no mirar a los costados, sabía que estarían por ahí, en cualquier momento las pequeñas criaturas descarriadas poblarían el recinto sagrado.
(Ellas, siempre tan inapropiadas, con esos pequeños bustos incipientes y esos labios como cerezas, pequeñas diablitas dispuestas a seducirme, no cederé Señor, no cederé a la tentación, amén)
Sudaba, temblaba, absorbido en la tarea de juntar las manos, tratar de no pensar en “Ellas”.
Las campanas de la iglesia anunciaban la misa de las 7:00 hs.
Pronto sería demasiado tarde, demasiado tarde para arrepentirse.
(No cederé otra vez, no cederé Señor, no permitas que ellas vuelvan a embrujarme, no dejes que vuelva a probar esas carnes blandas, esa sangre tibia)
Poco a poco un corro de niñas iban empujándose al entrar, torpemente llegando hasta Cristiano, sacándolo de su estupor.
-¡Profesor!- dijo una pelirroja pecosa y le tendió la manita alcanzándole un chupetín- ¿Empezaremos pronto la catequesis?
Cristiano sonrió (Demasiado tarde, demasiado tarde Señor)

miércoles, 31 de agosto de 2011

"El podador"

Con un ¡Crack! La rama se desprendió del árbol y cayó estrepitosamente al suelo,
Elevando pequeñas partículas de polvo que motearon las páginas de mí libro.
(Abril y ni señales del tan ansiado Otoño)
El viejo podador levantó una ceja para admirar su obra,
Luego se volvió hacia mí con el sudor resbalando aun en la mano en busca de mi aprobación.
Despegué lentamente la vista de mi libro para mirar tímidamente al frondoso árbol de mora
Ahora mutilado, pelado, grotesco en toda su dimensión.
Le devolví un leve cabeceo en respuesta, apenas como un cumplido.
El viejo me estudió un rato con sus pequeños ojuelos, sacándose la mugrosa gorra y limpiándose la frente con el brazo moreno.
Esbozó algo muy parecido a una risa que hizo temblar a su nutrido bigote (me recordaba vagamente a un gran escobillón) Se dio por satisfecho, prosiguió en su labor.
Una tras otras las ramas iban cubriendo el piso del jardín.
Caían torpes, pesadas, muertas (Creí oír alaridos de los árboles al ser desmembrados)
Mansfield* no había logrado alienarme del todo.
Los mirtos, ficus, guayaberos…
¡Dios! ¡Qué desnudo había quedado el jardín!
Y el viejo seguía allí con su gran tijera podadora, riendo solo de forma abominable.
Cerré los ojos y demoré un poco en volver a abrirlos,
Cuando lo hice miré el desolador paisaje de miles de ramas descuartizadas,
Los árboles indefensos, sin brazos me entristecieron de sobremanera.
Entonces algo dentro de mí recordó que era otoño.
(Los árboles mutan en otoño, luego regresan esplendidos en primavera)
El viejo podador me observaba con un aire de irritación.
Me puse de pié de un salto (el libro fue a parar a sus pies)
Al escuchar su resoplido le regalé una de mis más francas sonrisas.                                            Agachándome lentamente fui cogiendo la gran tijera
(El sonido de la carne rasgándose fue lo ultimo que escuché)
Volví ruborizada a acurrucarme en el sillón recordando que era “otoño”
Y el vestido se me había manchado.Sonreí.
13/04/09