domingo, 3 de mayo de 2009

Ansiolíticos


La nariz casi toca el pecho, (mantener la cabeza erguida cuando la jaqueca tortura no es tarea fácil…ella lo sabe.)
Tampoco la sangre estaba en los planes, a veces duele tanto la cabeza que pequeños hilos de sangre van resbalando líquidamente por el
mentón, cuello, pecho níveo (en ese exacto orden).
Tantos barbitúricos y nada de disiparse esas sombr
as grisáceas que molestan tanto, y encima como duele la cabeza, como es pegajosa toda esa sangre.
Entorna los ojos, (respirar se vuelve cada vez más
dificultoso) boquea, boquea…
El pánico transformase
rápidamente en horror, miles de imágenes se desprenden de la pared y reptan por sus blancas carnes, sus uñas tratan de
arrancárselas, que salgan por Dios -piensa ella-que salgan de mi piel estas cosas.
Quiere parar de oír esos
quejidos también, esos bramidos desgarradores
que llegan desde algún lugar de la cabecera de la cama, y la sábana que era tan blanca esta ahora manchada de ese púrpura que escurre de sus aletas
dificultándole respirar, respirar…recuerda que es el mejor ejercicio, respirar el narcotizado olor del cuarto húmedo que la acuna claustrofóbicamente.
Por fin lentamente, inocentemente, perder el conocimiento, perderse en la niebla tenue que tranquiliza los nervios, que estanca la sangre, la estanca por un tiempo dulce
.

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