Masticó despacio; aquellos confites
le parecían familiares.
El platito con los glaseados ahora vacío,
miró tristemente.
(Recordó tener no más de 7 años, la
torta pomposa, los mismos confites)
Resopló, estaba aburrido, dos horas
en la misma confitería aguardando.
Oteo de reojo, la chica/jersey azul
se recostaba de forma felina contra el mostrador de magdalenas y bizcochos, le
regaló un guiño.
Irritado, levantó el periódico para
resguardarse de aquella criatura del demonio.
Apretó los dedos de la mano en el
bolsillo, el metal frió lo apaciguó.
Sonó la campana de la puerta, al
abrirse; aquella visión celestial se materializó ante sus ojos.
Era lo que había estado esperando tan
impacientemente.
Arrugó un par de billetes y los dejó
sobre la mesa, torpemente se puso de pie, dirigiéndose al lavado.
El agua en la cara lo refrescó, se
miró al espejo, con los labios temblando.
-No lo harás- se dijo firmemente.
La madre/jersey azul de la criatura celestial salió del mostrador a
recibirla,
Le arregló los rulos y le dio un par
de bizcochos para el camino.
La niña/imagen celestial salió de la
tienda dando saltitos.
En la plaza cercana Cristiano cubría
su rostro cedrino con el periódico mientras apreciaba aquella imagen celestial,
apretando fuertemente su rosario con la otra mano.
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